¿De qué hablamos cuando hablamos de innovación? - LID Editorial Colombia

¿De qué hablamos cuando hablamos de innovación?

Esto nuevo no siempre se presenta como algo desconocido. Más que nada se trata de encontrar una nueva combinación o conexión entre al menos dos elementos ya existentes, que aparentemente no iban juntos.

Las ideas innovadoras surgen en los espacios y tiempos más insospechados (por ejemplo, las famosas historias de las ideas “en la ducha”).

Dependen tanto de factores conscientes y planificados por personas, equipos u organizaciones, como de elementos fortuitos y azarosos.

En ese sentido, muchas veces una actitud exploradora, con una mente abierta y curiosa puede disparar ideas no pensadas hasta ese momento, estemos o no buscándola conscientemente.

Otras veces ayuda empezar por la identificación de un problema u oportunidad que requiere una solución, a lo que será necesario agregarle una buena dosis de curiosidad exploradora y apertura mental para combinar ideas y factores para llegar a una hipótesis distinta.

Divergencia y Convergencia

Toda innovación empieza con alguna hipótesis que contiene algún grado de certeza.

Esa certeza de algo, a través de nuestras acciones, se transforma en una apuesta.

Hablar de innovar es hablar de animarse y esto requiere coraje para lanzar una nueva idea y ponerla a prueba. Este es el punto en el que debemos hacer un balance entre una acción divergente (abrirse a más y nuevas ideas) o convergente (poner foco en una de las que ya nos vino a nuestra cabeza).

Esto significa pasar un umbral. Saltar una alambrada y animarse a mirar de frente, sin miedo, al misterio de lo nuevo.

De no quedarse rumiando con la idea encerrada en nuestra propia cabeza, sino de compartirla y dar la bienvenida al feedback de otros.

Se trata de darle forma, de tangibilizarla.

Algunas prácticas que me funcionan para mantener activa y despierta una actitud innovadora:

Salir de los hábitos y las rutinas.

Poner a prueba las ideas – no dejarlas en reposo, difundirlas y compartirlas con otros para enriquecerlas.

Aprender de los errores – no verlos como algo malo sino más bien como una nueva oportunidad de seguir explorando.

La iteración de pruebas y mejoras luego de desarrollar prototipos y un MVP (el concepto de “producto mínimo viable”, muy ligado a los enfoques modernos conocidos como Agile o prácticas ágiles).

Identificar y trabajar en las trampas mentales que traban la creatividad.

Dar lugar a la emoción, la intuición y al azar

No dar importancia prematura al resultado financiero, mientras se esta pensando una idea innovadora.

Permitirnos pensar fuera de la caja, hacer conexiones no convencionales, combinando ideas, disciplinas, visiones que aparentemente no van juntas.

Nadie nace innovador, y la mejor manera de desarrollar esta actitud es ejercitar el arte de combinar, juntar, separar e integrar elementos o ideas existentes bajo una nueva forma.

Y de hacerlo con otros para que los resultados y las oportunidades se multipliquen.

Las ideas no nacen puras y aisladas, danzan con otras, propias y ajenas, se enriquecen, fecundan y multiplican dando vida a algo nuevo.

Te propongo que busques implementar alguna de estas prácticas para experimentar una nueva perspectiva a la hora de pensar soluciones a tus tareas cotidianas.

Autor: Marcos Cristal

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