“Knowledge workers still need a superior… But knowledge work itself knows no hierarchy, for there are no “higher” and “lower” knowledges. Knowledge is either relevant to a given task or irrelevant to it. The task decides, not the name, the age, or the budget of the discipline, or the rank of the individual plying it. For a disease of the eye the ophthalmologist is relevant; for removal of a gall bladder it is the abdominal surgeon.
Knowledge, therefore, has to be organized as a team in which the task decides who is in charge, when, for what, and for how long.”
El texto precedente pudo haber sido escrito ayer. Pues no, tiene un poco más de 50 años de edad. Pertenece a la pluma visionaria de Peter F. Drucker.
La era profetizada por Drucker ya llegó. Cuanto más conocimiento-dependiente sean las operaciones de tu empresa, cuanto más trabajo intelectual y creativo insuman (o menos manual y rutinario) más imperativa será la red de equipos como forma de organizar el trabajo. Y más necesaria la capacidad organizacional de construir equipos.
Poseer la capacidad de construir equipos quiere decir que la organización quiere y puede aplicar la ciencia de los equipos.
La ciencia de los equipos aporta el cuerpo de conocimiento y las herramientas para desarrollar equipos de manera consciente y controlada, esto es, fabricar intencionalmente los bloques de construcción de la organización ágil.
Profetizada por Drucker en su libro de 1969, “The Age of Discontinuity”, y desarrollada en las últimas cuatro décadas por varios investigadores (como Jon R. Katzenbach y Douglas K. Smith) y practicantes (como Google), la ciencia de los equipos ofrece la respuesta a tres preguntas fundamentales:
· ¿Qué es un equipo efectivo?
· ¿Cómo se construye un equipo efectivo? y
· ¿Cómo se pasa de construir 1 equipo a construir 10, 100, 1000 o más?
Sin el dominio de esta ciencia “blanda”, el propósito empresarial más inspirador (como el de la Microsoft de Satya Nadella: “empoderar a cada persona y cada organización en el planeta para lograr más”) y el modelo de negocio más deseable, factible y viable, es una mera quimera.
Autor: Julio Martínez Itte