AI: "Ni tan inteligente, ni tan artificial" - LID Editorial Colombia

AI: “Ni tan inteligente, ni tan artificial”

Esta idea provocadora la vi por primera vez en un texto de Kate Crawford, en la prehistoria de la AI (allá por el 2021), autora del libro “Atlas of AI”. Nombro a Crawford porque se trata de una académica de reconocimiento internacional en el tema que, a la vez, trabaja como Senior Principal Researcher para Microsoft Research.

Idea provocadora y muy cierta. Expertos más del sur de América Latina, como @SantiagoBilinkis o @MarianoRuani, cuando recomiendan cómo sacar mejor provecho de la AI, insisten en el rol que jugamos nosotros en darles contexto a nuestro pedido y en saber re-preguntar y re-preguntar. Es claro que, al día de hoy, fueron equipos humanos los que crearon la AI, los que crearon los millones de datos con los que la AI hace su trabajo algorítmico (y los mismos algoritmos), y que la AI nos sirve mejor cuando nosotros (los humanos) jugamos un rol protagónico. Con estos comentarios busco refrendar la idea de que no es tan artificial. Pero…

¿Por qué poner en duda que la AI es muy inteligente?

Escapa a la extensión de este artículo, tratar de definir la Inteligencia, un término tan utilizado desde diferentes perspectivas y maneras, que lo hacen más vago de lo que quizá nos gustaría. Los que me conocen por mi libro Inteligencia Lúdica, saben que para mí no hay una inteligencia, sino varias. Ya Howard Gartner, un genial predecesor de esta idea, el creador de las Inteligencias Múltiples, lo expresó de manera clara cuando dijo que simplemente había que cambiar de lugar una sola palabra de la ecuación, para dar vuelta la visión del tema. (Lo digo en inglés porque traducido no logra el efecto): recomendó pasar de preguntarse “How intelligent you are” a “How are you intelligent”, dando nacimiento a la idea de que hay muchas maneras en que la inteligencia humana se manifiesta.

Por eso, la clave de mi idea de inteligencia está en animarse a integrar (paradójicamente) una cierta definición acotada de inteligencia, más asociada por muchos a lo racional estructurado (que llevada al límite afirma que puede medirse como Cociente Intelectual, y convertirse en una verdad universal válida para medir la inteligencia de cualquier ser humano), con la fluidez y la creatividad de lo lúdico. Asocio la palabra inteligencia con cómo nos relacionamos con el mundo (como lo entendemos, lo percibimos, aprendemos e interactuamos en un proceso que nunca acaba). Y la peculiaridad de que la inteligencia se asocia principalmente con la capacidad creativa. Una forma de ver la historia de la Humanidad pasa por visitar la historia de sus inventos y obras (no sólo las materiales). Por eso desde la Inteligencia Lúdica pensamos que el ser humano despliega su máximo potencial cuando integra al menos las inteligencias racional, con la emocional, con la experiencial, con la colectiva y con la digital (hoy la AI), que justamente caracterizan a lo lúdico.

Lo lúdico pensado como un impulso irrefrenable que nos ayuda desde muy pequeños a descubrir lo que nos rodea y a los otros, a experimentar y a encontrar nuestro lugar en el mundo. Un impulso lúdico, pensado como la creación de mundos imaginarios en los que entramos a jugar que, al decir de Freud, no desaparece de adultos, sino que sólo se transforma: como adultos seguimos imaginando mundos que no existen (un nuevo trabajo, una nueva relación…) sólo que, a diferencia de los niños, buscamos hacerlos realidad.

¿Qué diferencia entonces a la inteligencia humana de la AI, al menos hasta lo que podemos (o yo puedo) imaginar hoy?

Cuando hablo de inteligencia, hablo del Pensar y la forma peculiar en que los seres pensamos (sintiendo, experimentando, construyendo sentido, reformulando nuestras preguntas y cuestionando nuestras respuestas, junto a otros…).

Primera diferencia con la AI: la experiencia.

Segunda diferencia: la reflexibilidad.

Tercera: el sentido común (“el menos común de los sentidos” al decir de Voltaire).

Comparto aquí un par de ejemplos en los que la AI no piensa, probablemente debido a que no puede, al momento, ejercitar ninguna de las tres habilidades recién mencionadas:

Ejemplo 1. Le preguntaron a la AI: “si pongo a secar 5 t-shirts al sol y tardo 4 horas, cuanto tardo en secar 15 t-shirts al sol” y la AI responde con todo un formuleo matemático para terminar afirmando que “tardará 12 horas”. (¡Hagan la prueba!). Recomiendo ver el video de TED de la experta Yejin Choi, de donde tomé este ejemplo.

Ejemplo 2. Este segundo ejemplo que ahora les presento, también muestra lo que vengo comentando, pero a la vez arroja algo de luz y refuerza la preocupación compartida por muchos, sobre una parte más oscura de este tema: cómo construye la AI su respuesta. Le pregunté: “En qué año se descubrió América” y me responde: “En 1492”. Entonces provocativamente le digo “Cómo hablas de descubrimiento si América ya existía (aunque fui yo mismo el que introdujo el término) … Ahí responde: “Tienes toda la razón. Lamento la elección de las palabras…”, haciendo luego toda una perorata sobre la importancia de “reconocer la rica historia y herencia” de las civilizaciones previas a la llegada de Colón, etc., etc.

A esta altura del texto quizá varios se pregunten si me estoy manifestando en contra de la AI. Absolutamente no (aunque estoy en contra de los Absolutos, valga la paradoja). Primero porque vino para quedarse y se trata, como piensan muchos y yo comparto, de una de esas revoluciones que están cambiando el mundo (como puede haber sido internet). Pero fundamentalmente porque me parece excepcional lo que la AI logra, a tan poco tiempo de nacer, es decir, también de lo que podrá algún día. Yo la uso todos los días y me (nos) sirve y nos servirá cada vez más. De hecho, muchos de Uds. saben que, junto a mis socios Pablo y Cristian, nos dedicamos a desarrollar simuladores de negocios para capacitación y assessment. Y, a tal punto valoramos la AI que aprovecho este espacio para compartirles que el lunes 31 estaremos presentando nuestro primer simulador integrado con AI (aquellos interesados pueden inscribirse a la presentación en el link que aparece abajo).

A lo que apunto con este artículo es a abonar un diálogo con aquellos de Uds. que comparten o disienten o se preguntan cosas similares. Apunto a no endiosar a la AI, pero sí a darle todo el apoyo y uso que podamos. Y, a la vez, apunto a compartir los miedos y los interrogantes, ya que es bueno que fluyan y permitan que reflexionemos y nos enriquezcamos. Esa reflexividad tan humana de la que hablaba más arriba, ese pensar junto a otros que es tantas veces más provechoso, para que esta revolución se ponga al servicio de mejorar el mundo que vivimos…

Quiero cerrar este artículo con la invitación a que agreguen comentarios, por lo que más que un cierre es una apertura a seguir pensando juntos… Solo agrego de mi lado una pregunta implícita en torno a este tema que muchos compartimos con mayor o menor preocupación. Hoy claramente la AI es dominada por el hombre, pero…

¿Puede llegar la AI a convertirse en un poder dominante?

Creo que nadie puede ser tan poco humilde como para afirmar que tiene la respuesta. Estoy cada vez más convencido que en estos grandes interrogantes lo que “paga” es la humildad (y valga otra paradoja que espero no ofenda a nadie: ¡lo dice un argentino!).

Desde esa humildad, me animo a decir que creo que estamos muy lejos de esa posibilidad. Pero no tan lejos de que haya ciertos sectores (¿empresas?¿gobiernos?) que pueden usar la AI para reforzar su dominio. Quizá esta sea una preocupación más actual que la otra.

Para cerrar con una nota positiva y que nos deje pensando, los invito a mirar una película sobre el futuro de la IA, que no tiene desperdicio, para los que aún no la vieron: “El hombre perfecto” (I’m your man) del año 2022 de la directora María Schrader. Yo la encontré en Prime Video, quizá esté en otras plataformas.

¡Agradezco la lectura y valoro vuestros comentarios!

Autor: Marcos Cristal

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